DANIEL 7
Los primeros 6 capítulos de Daniel que hemos cubierto son históricos, en esencia, con algunas profecías interpretadas en el mismo texto. Ahora, en cambio, veremos que los últimos 6 capítulos de Daniel son proféticos, en esencia, con algo de historia.
Se puede decir que estos últimos capítulos son una elaboración de la profecía de Daniel 2 sobre la gran imagen de los imperios mundiales. Ahora Dios revelará muchos más detalles, que también aparecen en el libro de Apocalipsis.
“En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto. Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar” (Dn. 7:1).
Normalmente, el viento sopla de una sola dirección, pero aquí hay mucha agitación sobre “el gran mar”. El gran mar es identificado en la Biblia como el Mar Mediterráneo (Nm. 34:6-7; Ez. 47:10,15, 20). Además, la Biblia revela que las aguas son un símbolo de multitudes de personas: “Las aguas que has visto… son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (Ap. 17:15). Por tanto, esta profecía tiene que ver con las multitudes de pueblos que habitan la zona alrededor del Mediterráneo, es decir, el Medio Oriente y parte de Europa.
Los cuatro vientos representan la agitación y violencia que habrá en la tierra cuando surjan estos grandes imperios. Sobre la cuarta bestia se dice: “...a toda la tierra devorará, trillará y despedazará” (Dn. 7:23). Los pueblos están aterrorizados y tratan de impedir su surgimiento. No quieren ser conquistados y esclavizados. Los vientos, entonces, simbolizan la agitación y el miedo nacional de estos países que, como dijimos, habitan la zona alrededor del Mediterráneo: el Medio Oriente y parte de Europa.
No obstante la oposición, la primera bestia que surge es el imperio babilonio y somete a estas multitudes de gentes. En Daniel 2, es descrito como una cabeza de oro, muy hermosa y gloriosa por fuera, pero aquí vemos su verdadera naturaleza interior, la de una bestia cruel y rapaz. “Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre” (Dn. 7:3-4).
¿Por qué se menciona que se le arrancan las alas y se convierte en humano, con un corazón de hombre? Fue Dios quien arrancó la soberbia y el poder de Nabucodonosor por 7 años y lo convirtió literalmente en un tipo de bestia. Al final del tiempo, él reconoció a Dios como el verdadero Dios y se volvió más “humano” y humilde en su trato con los demás. Era algo muy distinto a su antigua forma cruel de someter a los pueblos. En el capítulo 5, Daniel le hizo ver a Belsasar esa actitud “humana” de su abuelo.
Luego surge la segunda bestia que corresponde al pecho y brazos de plata de la imagen de Daniel 2. “Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne” (Dn. 7:5). La descripción del Imperio Medo-Persa es muy certera. No tenía alas como el anterior reino, pues su ejército era lento, no como el de Nabucodonosor. El ejército de los Medo-Persas se movía lento pero poderoso como un gran oso—hasta llevaba a sus familias consigo. Por esa lentitud, más tarde los griegos pudieron fácilmente vencerlos.
La visión menciona que tenía un costado más alto que el otro, que corresponde a la preeminencia de los persas sobre los medos. Al final sólo se llamó el Imperio Persa. En su boca tenía “tres costillas” y se le mandó que siguiera devorando más carne. Lo más probable es que estas tres costillas significan los tres reinos que devoró este imperio: el babilonio, el lidio, y finalmente, el egipcio.
La tercera bestia corresponde a los lomos de la imagen y es el Imperio Griego. Este imperio fue el más rápido de todos en conquistar a esta región alrededor del Mediterráneo. “Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio” (Dn. 7:6). La rapidez de este imperio se simboliza por las cuatro alas, dos más que el babilonio, y ninguna para el Medo-Persa. Las cuatro cabezas representan a los cuatro reyes que realmente gobernaron el Imperio Griego, pues Alejandro Magno, su primer rey, sólo estuvo ocho años al mando de este imperio. Halley comenta: “Alejandro Magno asumió el mando del ejército griego en 336 a.C. [a los 20 años], y con rapidez de un meteoro se lanzó al Oriente sobre las tierras que habían estado bajo el dominio de Persia, Babilonia, Asiria y Egipto. Cinco años más tarde, en 331 a.C., el mundo entero estaba a sus pies. En su invasión de Palestina, 332 a.C. mostró gran consideración hacia los judíos y dejó intacta a Jerusalén. Luego de un reinado breve, murió en 323 a.C. Después de la muerte de Alejandro, su imperio pasó a cuatro de sus generales. De los dos sectores orientales, Siria le tocó a Seleuco, Egipto a Tolomeo, Grecia estuvo bajo Casandro y Asia Menor bajo Lisímaco” (p. 354).
La cuarta bestia corresponde a los pies de la imagen, y no debe confundirse con el Imperio Romano. “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve...y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dn. 7:7-14).
Veamos la explicación que Dios entrega: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Dn. 7:17-18). Vemos de esta manera que los paralelos con la imagen en Daniel 2 encajan perfectamente. Estas cuatro bestias/reinos corresponden a las cuatro partes de la imagen (de Daniel 2) que será golpeada por la roca que aquí corresponde al Señor Jesucristo: “uno como un hijo de hombre”, que recibe autoridad y el reino del Anciano de días, o Dios el Padre. Los libros que se abren son los libros mencionados en Apocalipsis 20:12.
Pero la cuarta bestia en Daniel 7 NO es el Imperio Romano. Nótese que este “pequeño cuerno” que sale de entre los diez es contemporáneo de los diez. Es decir, por un periodo de tiempo esta cuarta bestia tiene once cuernos reinando simultáneamente. Esto jamás sucedió en la historia del Imperio Romano, sin importar cuánto algunos intérpretes fuercen la historia universal hablando de los Vándalos, los Hérulos, los Ostrogodos y otros pueblos bárbaros hasta el surgimiento del Papado .
Veamos qué más dice la visión sobre esto: “Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia… acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros. Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino. Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra… Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos [¿domingo por sábado?] y la ley [de Dios]; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Dn. 7:17-27).
Los diez cuernos de la cuarta bestia corresponden a los diez reyes que surgirán de la misma área geográfica de donde surgieron los imperios previos: el Medio Oriente. Los 10 cuernos son, pues, 10 gobernantes que reinarán sobre sus respectivos reinos ubicados en la misma área donde todos los reinos anteriores estuvieron. Estos reyes/reinos estarán en vigencia cuando la roca (Cristo y su reino) triture los pies de la imagen (Daniel 2) y el reino sea entregado a los santos. Los 10 cuernos NO representan a las piernas de la estatua (Dn. 2:33a), sino que representan sus pies (Dn. 33b), los que en realidad componen un quinto reino.
La clave para entender estos 10 cuernos en que 3 son derribados por el pequeño cuerno se encuentra en la imagen que Dios entrega en Apocalipsis 13:1-8. Estos cuernos corresponden a los diez dedos de la imagen de Daniel 2.
En Apocalipsis 13:1-7, las cuatro bestias están unidas en un solo ser: tiene siete cabezas y diez cuernos. “Y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos” (Ap. 13:1). Tres cuernos son derribados. Son removidos por el cuerno pequeño que surge como el onceavo rey. Estos primeros tres cuernos de Daniel representan a los reyes, y los reinos, que compondrán una liga de naciones musulmanas que surgirá pocos años antes de que el fin de este mundo ocurra. [Para más información sobre este tema, léase el Comentario del Apocalipsis, especialmente los capítulos 13 y 17; y el artículo resumen: Los Últimos Tiempos En Orden Cronológico).
Este cuerno pequeño que hablaba grandes cosas es la bestia de Apocalipsis 13:1-18.
Nótese lo que según Apocalipsis 13:11-14 hará este cuerno pequeño en los tiempos del fin: “...tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón...También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vive”. Es decir, se jacta de sus poderes milagrosos y su gran capacidad para hablar y persuadir. Este cuerno pequeño (en Daniel 7), es la misma bestia (en Apocalipsis 13) que popularmente se le llama el Anticristo.
En el Comentario del Apocalipsis, se puede ver en más detalle y en forma progresiva cómo Dios llena los espacios de estos cuatro reinos desde la imagen de Daniel 2 hasta Apocalipsis 17.
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El Comentario del Apocalipsis se puede encontrar en los vínculos proporcionados, o en este mismo blog.
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