Epílogo
A menudo, los que no saben muy bien de lo que hablan, dicen que el Apocalipsis es un libro negativo y aterrador, y que nadie puede entenderlo realmente porque está repleto de lenguaje figurado (símiles, metáforas, parábolas, alegorías, símbolos, tipos, etc.). Pero aquellos a quienes Dios está llamando y han estudiado este libro y han visto las bendiciones que contiene, saben que no es cierto que el Apocalipsis sea incomprensible, a pesar de las dificultades textuales que contiene. El Apocalipsis es un libro dinámico y fascinante, y cuando lo leemos con atención, encontramos siete bienaventuranzas [bendiciones] en sus páginas.
La primera bienaventuranza nos dice que hay una bendición especial para aquellos que leen y escuchan atentamente el mensaje del Apocalipsis. En ninguna otra parte de la Biblia, ni siquiera en los Evangelios que contienen muchas bienaventuranzas, la Escritura promete tal bendición a la persona que la lee y escucha el mensaje de un libro.
Ni siquiera en los Salmos—que nos exhortan a leer, estudiar y meditar en la Palabra de Dios y guardar todos Sus mandamientos, lo que ciertamente debemos hacer—existe tal promesa.
De tal manera que, como podemos ver, el Apocalipsis es único y extraordinario. Si queremos recibir las bendiciones que ofrece este libro, debemos prestar atención a la primera amonestación contenida en la primera bendición. Si nos tomamos el tiempo de leer el Apocalipsis y luego prestamos atención a lo que tiene que decir, entonces obtendremos revelaciones y promesas maravillosas, y seremos verdaderamente bendecidos por toda la eternidad.
La primera bienaventuranza en Apocalipsis 1:3 nos dice que las personas deben leer el libro, y no solo leerlo sino también escucharlo. Esto significa que debemos leerlo no solo para nosotros, sino que también debemos leerlo en voz alta para que otros puedan escucharlo. Pero «escuchar» tiene un significado espiritual mucho más profundo.
«Escuchar» tal como leemos en otras partes de la Biblia y especialmente en los mensajes a las siete iglesias, implica comprender lo que escuchamos; entender de qué trata el mensaje que Dios está intentando enseñarnos, y tomarlo a pecho, poniendo en práctica lo que nos ha sido revelado.
En el primer verso se nos dice que el Apocalipsis es una revelación que está destinada a ser entendida; pero, ¿por quién? Las palabras del Apocalipsis fueron dadas al Señor Jesucristo por el Padre, y es una revelación (es decir, un quitar el tupido velo) que Dios les da a Sus «siervos».
¿Quiénes son Sus «siervos»? La palabra griega para siervo es doulos y significa: alguien que pertenece a otro; un esclavo, sin ningún derecho de propiedad propio. Irónicamente, doulos (esclavo) se usa con la más alta dignidad en el Nuevo Testamento, es decir, de creyentes que voluntariamente viven bajo la autoridad de Cristo como Sus devotos seguidores.
Los siervos de Jesús son aquellos que creen en Él como su Señor y Salvador, quienes han lavado sus pecados con la sangre del Cordero sacrificado, quienes han sido bautizados por el Espíritu Santo, quienes guardan toda la Palabra de Dios.
Los siervos de Jesús son Sus fieles seguidores, tal como lo describe Juan en Apocalipsis 14:4-5. Sus sirvientes son los únicos que incluso están dispuestos a entender de qué se trata el Apocalipsis. Claramente, el mensaje contenido en Apocalipsis está dirigidos a ellos, ya que son los que lo leerán, lo escucharán y guardarán lo que está escrito en este libro.
El escritor, que es el apóstol Juan, pero que está escribiendo en nombre de Cristo, nos exhorta en la primera bienaventuranza a guardar estas cosas; a saber, las palabras que estamos leyendo y escuchando.
La palabra «guardar» se deriva de una palabra griega que significa «proteger de la pérdida o lesión; vigilar; proteger». La palabra es tereo.
Debemos «guardar» estas palabras protegiéndolas, manteniendo nuestros ojos puestos en ellas, sin que ni una se pierda.
Al leer y escuchar las palabras de esta profecía debemos dejarlas que penetren en nuestros corazones, debemos mantenerlas allí y prestarles atención aferrándonos a ellas teniéndolas en cuenta siempre. Y al hacerlo, recibiremos las bendiciones, y las promesas que el Apocalipsis contiene se harán realidad en nuestras vidas.
Cuando leemos y entendemos de qué trata el Apocalipsis, y qué promete; especialmente en los capítulos finales sobre la Ciudad Santa de Dios y la parte futura que podemos tener en ella, nos brinda un gran consuelo y ánimo.
Leemos sobre los terribles eventos que sobrevendrán como resultado del mal en el mundo; pero para aquellos que son siervos de Dios, nos consuela el hecho de que nuestro Señor tendrá la victoria final sobre el pecado y el mal.
Los terribles eventos de los que se habla en la primera parte de Apocalipsis darán paso a los maravillosos eventos que tendrán lugar después, a saber, las resurrecciones y el establecimiento del Reino glorioso de Dios. Y si pertenecemos a Cristo como hijos del Padre, Su victoria significa que los hijos del Padre también disfrutarán de esa victoria.
Al leer las palabras de este libro, vemos un bosquejo de lo que está por venir sobre la ekklesia y el mundo. Si se nos advierte acerca de lo que ocurrirá, se nos está dando la oportunidad de prepararnos, ya que sabemos qué podemos esperar. Si sabemos qué esperar—que Cristo tendrá la victoria sobre Sus enemigos, la cual será el comienzo de su Reino sobre la tierra—ese conocimiento nos ayudará a no sentir temor de los terribles desastres y el caos que se profetiza vendrá sobre los enemigos de Dios y el mundo en general.
Las advertencias se nos dan para que podamos permanecer firmes e inquebrantables. Es por nuestro conocimiento y comprensión de las profecías que no estaremos aterrorizados, consternados, perplejos o ansiosos por las cosas que sucederán a nuestro alrededor y en las naciones de este mundo.
Comprenderemos que nuestro Señor y Salvador traerá la victoria no solo para Sus fieles hijos sino, en última instancia, para toda Su creación. Sabremos de antemano que Dios ha hecho provisiones para la protección y seguridad de Su pueblo si escuchamos las advertencias y hacemos lo que Él nos ordena cuando llegue ese momento.
¡Nos mantendrá rodeados de Su presencia, incluso en medio de los eventos más horripilantes que se producirán en el período de la gran tribulación! Dios no nos abandonará ni se olvidará de nosotros, incluso si tenemos que sufrir y morir durante este período de tiempo. Hay maravillosas promesas que nos aseguran que Dios levantará de la muerte, con un cuerpo espiritual glorioso y una vida eterna, a aquellos que permanecen firmes hasta el fin.
Tendremos la comprensión y el conocimiento de cómo Dios está cumpliendo Su palabra para librar al mundo del mal y de aquellos que insisten en ser malvados; y que Él está llevando a cabo su plan para poner fin al sistema satánico del mundo actual. Además, seremos bendecidos con el conocimiento previo de que Él va a establecer un mundo restaurado y mucho mejor, donde el dolor y el sufrimiento ya no existen y la muerte ha sido derrotada. Podemos mirar adelante a todas las promesas que se harán realidad cuando entremos en Su Reino glorioso y fabuloso que desafía toda imaginación.
Al comenzar a ver estas profecías cumpliéndose en medio nuestro y en el resto del mundo, nos sentiremos inspirados y motivados para hacer la obra de Dios con más urgencia en la enseñanza y proclamación del mensaje del evangelio a nuestros hermanos y al resto del mundo. Querremos advertir a los hombres y mujeres que se arrepientan de sus pecados, compartiendo con los demás lo que Dios nos ha revelado para que la mayor cantidad posible de personas no perezca en los juicios venideros.
Seremos verdaderamente bendecidos si leemos y escuchamos las palabras de la profecía de Apocalipsis. Y a medida que leemos y estudiamos lo que este libro nos dice, recibiremos aún más revelación de toda la Biblia cuando veamos que el Apocalipsis es el resumen que nos remite al resto de la Palabra de Dios.
Dios comienza la verdadera historia de la humanidad en Génesis y la termina en el Apocalipsis desarrollando muchos escenarios paralelos que se apoyan unos con otros hasta concluir lo que comenzó en Génesis.
Conocer y comprender la verdad de Dios y Su Plan de Salvación es alentador para aquellos que estamos llamados a salir del mundo, y es una gran bendición entender estas cosas. Podemos ver cómo se entreteje ese plan a lo largo de toda la Biblia y cómo el Apocalipsis nos da la culminación de la historia de la humanidad y de todas las cosas de las que se habla en los demás libros de la Biblia.
Es un tipo de gran final, por así decirlo, al plan que Dios puso en marcha en el primer libro de la Biblia, Génesis. Y Dios revela este plan a sus llamados, aquellos que le obedecemos y le servimos. Cuando leemos y tomamos en serio, no solo el Apocalipsis, sino toda la Palabra de Dios, llegamos a ver que toda la Biblia es un libro sobrenatural y que contiene la clave para obtener la vida eterna que se vive con un Dios Santo y Grande... Si atendemos y aplicamos las cosas que aprendemos contenidas en sus páginas, seremos inmortales un día no lejano.
Junto con las siete iglesias, los siete espíritus, los siete sellos, las siete trompetas, los siete truenos, las siete plagas, etc., hay siete bendiciones contenidas en el Apocalipsis. Estas siete bendiciones se encuentran dispersas en todo el libro y son mensajes a la ekklesia en general a lo largo de todas las edades.
Y así como los siete mensajes están dirigidos a todo el pueblo de Dios, no solo a los contemporáneos del apóstol Juan, sino a los que viven y han vivido en todas las épocas desde el momento en que Cristo anunció Su regreso; así mismo, todas estas bendiciones están dirigidas a todos los siervos de Dios.
Al igual que las bienaventuranzas en Mateo 5, estas bendiciones vienen con ciertas condiciones; si los siervos de Cristo hacen ciertas cosas, las bienaventuranzas se harán realidad en sus vidas. La séptima y última bendición otorga un mandato resumido y luego pronuncia la bendición definitiva para los siervos de Dios, aquellos que guardan Sus mandamientos. Es la recompensa más rica que alguien pueda imaginar.
Los mensajes contenidos en estas bendiciones, al igual que los mensajes a las siete iglesias, son para aquellos que «tienen oídos para oír», quienes aplican estas cosas a su vida, quienes escuchan permanentemente las palabras de Dios mientras viven sus vidas al servicio de su Señor y Maestro.
Ahora que hemos terminado la lectura de este estudio sobre el Apocalipsis, es lector es invitado a que considere de nuevo las siete bienaventuranzas esparcidas a lo largo del libro, para que le sirvan de estímulo para volverlo a leer. Estas bienaventuranzas son las siguientes:
1. «Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca» (Ap. 1:3).
2. «Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen» (Ap. 14:13).
3. «He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza» (Ap. 16:15).
4. «Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios» (Ap. 19:9).
5. «Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Ap. 20:6).
6. «He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro» (Ap. 22:7).
7. «Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad» (Ap. 22:14).
La primera bienaventuranza nos dice que hay una bendición especial para aquellos que leen y escuchan atentamente el mensaje del Apocalipsis. En ninguna otra parte de la Biblia, ni siquiera en los Evangelios que contienen muchas bienaventuranzas, la Escritura promete tal bendición a la persona que la lee y escucha el mensaje de un libro.
Ni siquiera en los Salmos—que nos exhortan a leer, estudiar y meditar en la Palabra de Dios y guardar todos Sus mandamientos, lo que ciertamente debemos hacer—existe tal promesa.
De tal manera que, como podemos ver, el Apocalipsis es único y extraordinario. Si queremos recibir las bendiciones que ofrece este libro, debemos prestar atención a la primera amonestación contenida en la primera bendición. Si nos tomamos el tiempo de leer el Apocalipsis y luego prestamos atención a lo que tiene que decir, entonces obtendremos revelaciones y promesas maravillosas, y seremos verdaderamente bendecidos por toda la eternidad.
La primera bienaventuranza en Apocalipsis 1:3 nos dice que las personas deben leer el libro, y no solo leerlo sino también escucharlo. Esto significa que debemos leerlo no solo para nosotros, sino que también debemos leerlo en voz alta para que otros puedan escucharlo. Pero «escuchar» tiene un significado espiritual mucho más profundo.
«Escuchar» tal como leemos en otras partes de la Biblia y especialmente en los mensajes a las siete iglesias, implica comprender lo que escuchamos; entender de qué trata el mensaje que Dios está intentando enseñarnos, y tomarlo a pecho, poniendo en práctica lo que nos ha sido revelado.
En el primer verso se nos dice que el Apocalipsis es una revelación que está destinada a ser entendida; pero, ¿por quién? Las palabras del Apocalipsis fueron dadas al Señor Jesucristo por el Padre, y es una revelación (es decir, un quitar el tupido velo) que Dios les da a Sus «siervos».
¿Quiénes son Sus «siervos»? La palabra griega para siervo es doulos y significa: alguien que pertenece a otro; un esclavo, sin ningún derecho de propiedad propio. Irónicamente, doulos (esclavo) se usa con la más alta dignidad en el Nuevo Testamento, es decir, de creyentes que voluntariamente viven bajo la autoridad de Cristo como Sus devotos seguidores.
Los siervos de Jesús son aquellos que creen en Él como su Señor y Salvador, quienes han lavado sus pecados con la sangre del Cordero sacrificado, quienes han sido bautizados por el Espíritu Santo, quienes guardan toda la Palabra de Dios.
Los siervos de Jesús son Sus fieles seguidores, tal como lo describe Juan en Apocalipsis 14:4-5. Sus sirvientes son los únicos que incluso están dispuestos a entender de qué se trata el Apocalipsis. Claramente, el mensaje contenido en Apocalipsis está dirigidos a ellos, ya que son los que lo leerán, lo escucharán y guardarán lo que está escrito en este libro.
El escritor, que es el apóstol Juan, pero que está escribiendo en nombre de Cristo, nos exhorta en la primera bienaventuranza a guardar estas cosas; a saber, las palabras que estamos leyendo y escuchando.
La palabra «guardar» se deriva de una palabra griega que significa «proteger de la pérdida o lesión; vigilar; proteger». La palabra es tereo.
Debemos «guardar» estas palabras protegiéndolas, manteniendo nuestros ojos puestos en ellas, sin que ni una se pierda.
Al leer y escuchar las palabras de esta profecía debemos dejarlas que penetren en nuestros corazones, debemos mantenerlas allí y prestarles atención aferrándonos a ellas teniéndolas en cuenta siempre. Y al hacerlo, recibiremos las bendiciones, y las promesas que el Apocalipsis contiene se harán realidad en nuestras vidas.
Cuando leemos y entendemos de qué trata el Apocalipsis, y qué promete; especialmente en los capítulos finales sobre la Ciudad Santa de Dios y la parte futura que podemos tener en ella, nos brinda un gran consuelo y ánimo.
Leemos sobre los terribles eventos que sobrevendrán como resultado del mal en el mundo; pero para aquellos que son siervos de Dios, nos consuela el hecho de que nuestro Señor tendrá la victoria final sobre el pecado y el mal.
Los terribles eventos de los que se habla en la primera parte de Apocalipsis darán paso a los maravillosos eventos que tendrán lugar después, a saber, las resurrecciones y el establecimiento del Reino glorioso de Dios. Y si pertenecemos a Cristo como hijos del Padre, Su victoria significa que los hijos del Padre también disfrutarán de esa victoria.
Al leer las palabras de este libro, vemos un bosquejo de lo que está por venir sobre la ekklesia y el mundo. Si se nos advierte acerca de lo que ocurrirá, se nos está dando la oportunidad de prepararnos, ya que sabemos qué podemos esperar. Si sabemos qué esperar—que Cristo tendrá la victoria sobre Sus enemigos, la cual será el comienzo de su Reino sobre la tierra—ese conocimiento nos ayudará a no sentir temor de los terribles desastres y el caos que se profetiza vendrá sobre los enemigos de Dios y el mundo en general.
Las advertencias se nos dan para que podamos permanecer firmes e inquebrantables. Es por nuestro conocimiento y comprensión de las profecías que no estaremos aterrorizados, consternados, perplejos o ansiosos por las cosas que sucederán a nuestro alrededor y en las naciones de este mundo.
Comprenderemos que nuestro Señor y Salvador traerá la victoria no solo para Sus fieles hijos sino, en última instancia, para toda Su creación. Sabremos de antemano que Dios ha hecho provisiones para la protección y seguridad de Su pueblo si escuchamos las advertencias y hacemos lo que Él nos ordena cuando llegue ese momento.
¡Nos mantendrá rodeados de Su presencia, incluso en medio de los eventos más horripilantes que se producirán en el período de la gran tribulación! Dios no nos abandonará ni se olvidará de nosotros, incluso si tenemos que sufrir y morir durante este período de tiempo. Hay maravillosas promesas que nos aseguran que Dios levantará de la muerte, con un cuerpo espiritual glorioso y una vida eterna, a aquellos que permanecen firmes hasta el fin.
Tendremos la comprensión y el conocimiento de cómo Dios está cumpliendo Su palabra para librar al mundo del mal y de aquellos que insisten en ser malvados; y que Él está llevando a cabo su plan para poner fin al sistema satánico del mundo actual. Además, seremos bendecidos con el conocimiento previo de que Él va a establecer un mundo restaurado y mucho mejor, donde el dolor y el sufrimiento ya no existen y la muerte ha sido derrotada. Podemos mirar adelante a todas las promesas que se harán realidad cuando entremos en Su Reino glorioso y fabuloso que desafía toda imaginación.
Al comenzar a ver estas profecías cumpliéndose en medio nuestro y en el resto del mundo, nos sentiremos inspirados y motivados para hacer la obra de Dios con más urgencia en la enseñanza y proclamación del mensaje del evangelio a nuestros hermanos y al resto del mundo. Querremos advertir a los hombres y mujeres que se arrepientan de sus pecados, compartiendo con los demás lo que Dios nos ha revelado para que la mayor cantidad posible de personas no perezca en los juicios venideros.
Seremos verdaderamente bendecidos si leemos y escuchamos las palabras de la profecía de Apocalipsis. Y a medida que leemos y estudiamos lo que este libro nos dice, recibiremos aún más revelación de toda la Biblia cuando veamos que el Apocalipsis es el resumen que nos remite al resto de la Palabra de Dios.
Dios comienza la verdadera historia de la humanidad en Génesis y la termina en el Apocalipsis desarrollando muchos escenarios paralelos que se apoyan unos con otros hasta concluir lo que comenzó en Génesis.
Conocer y comprender la verdad de Dios y Su Plan de Salvación es alentador para aquellos que estamos llamados a salir del mundo, y es una gran bendición entender estas cosas. Podemos ver cómo se entreteje ese plan a lo largo de toda la Biblia y cómo el Apocalipsis nos da la culminación de la historia de la humanidad y de todas las cosas de las que se habla en los demás libros de la Biblia.
Es un tipo de gran final, por así decirlo, al plan que Dios puso en marcha en el primer libro de la Biblia, Génesis. Y Dios revela este plan a sus llamados, aquellos que le obedecemos y le servimos. Cuando leemos y tomamos en serio, no solo el Apocalipsis, sino toda la Palabra de Dios, llegamos a ver que toda la Biblia es un libro sobrenatural y que contiene la clave para obtener la vida eterna que se vive con un Dios Santo y Grande... Si atendemos y aplicamos las cosas que aprendemos contenidas en sus páginas, seremos inmortales un día no lejano.
Junto con las siete iglesias, los siete espíritus, los siete sellos, las siete trompetas, los siete truenos, las siete plagas, etc., hay siete bendiciones contenidas en el Apocalipsis. Estas siete bendiciones se encuentran dispersas en todo el libro y son mensajes a la ekklesia en general a lo largo de todas las edades.
Y así como los siete mensajes están dirigidos a todo el pueblo de Dios, no solo a los contemporáneos del apóstol Juan, sino a los que viven y han vivido en todas las épocas desde el momento en que Cristo anunció Su regreso; así mismo, todas estas bendiciones están dirigidas a todos los siervos de Dios.
Al igual que las bienaventuranzas en Mateo 5, estas bendiciones vienen con ciertas condiciones; si los siervos de Cristo hacen ciertas cosas, las bienaventuranzas se harán realidad en sus vidas. La séptima y última bendición otorga un mandato resumido y luego pronuncia la bendición definitiva para los siervos de Dios, aquellos que guardan Sus mandamientos. Es la recompensa más rica que alguien pueda imaginar.
Los mensajes contenidos en estas bendiciones, al igual que los mensajes a las siete iglesias, son para aquellos que «tienen oídos para oír», quienes aplican estas cosas a su vida, quienes escuchan permanentemente las palabras de Dios mientras viven sus vidas al servicio de su Señor y Maestro.
Ahora que hemos terminado la lectura de este estudio sobre el Apocalipsis, es lector es invitado a que considere de nuevo las siete bienaventuranzas esparcidas a lo largo del libro, para que le sirvan de estímulo para volverlo a leer. Estas bienaventuranzas son las siguientes:
1. «Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca» (Ap. 1:3).
2. «Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen» (Ap. 14:13).
3. «He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza» (Ap. 16:15).
4. «Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios» (Ap. 19:9).
5. «Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Ap. 20:6).
6. «He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro» (Ap. 22:7).
7. «Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad» (Ap. 22:14).
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