Escuelas de Interpretación del Apocalipsis

Debido a la naturaleza misma de su contenido, el Apocalipsis es un libro difícil de interpretar. La utilización del símbolos extraños y del lenguaje figurado en general, unido a los problemas de sintaxis y de gramática, dificultan la interpretación de este importante libro. 

Las dificultades confrontadas en la interpretación del Apocalipsis han dado lugar a la formación de varias escuelas o grupos que pretenden establecer el significado del libro. Estas escuelas se han agrupado de la manera siguiente: crítica, alegórica,
preterista, histórica, tópica y futurista. 

Si bien es verdad que algunas de estas escuelas coinciden en ciertos aspectos de su interpretación, hay suficientes diferencias para clasificarlas como distintas. Debe decirse además, que la exactitud o falta de ella en cualquiera de las escuelas no tiene nada que ver con la antigüedad o la juventud de la escuela. La exactitud depende de manera directa de la utilización de una hermenéutica congruente con la Palabra de Dios y que sea capaz de aplicar al texto bíblico el principio histórico-cultural-gramatical dentro del contexto mismo del libro.

La interpretación correcta del Apocalipsis será la que exponga lo que el Espíritu Santo quiso decir a través de Juan al pueblo de Dios. Esa interpretación no se consigue si se alegoriza el texto y sí se logra en la medida en que se aplique el método normal, natural, contextual o histórico-cultural-gramatical de interpretación.

La escuela crítica

Esta escuela es producto del racionalismo que en su forma moderna surge a mediados del siglo XVIII. Niega la inspiración y la canonicidad del Apocalipsis, considerándolo sencillamente una composición humana, basada en la situación histórica que la cristiandad vivía a fines del siglo primero. Según esta escuela, el autor tomó prestado material de los apocalipsis judíos para realizar su trabajo. Quienes sostienen este punto de vista le atribuyen errores al Apocalipsis tanto en lo histórico como en lo predictivo.

Esta escuela rechaza lo sobrenatural y utiliza argumentos subjetivos para impugnar el Apocalipsis. Los cristianos que confían en la autoridad y fidelidad de las Escrituras rechazan los conceptos de la escuela crítica.

La escuela alegórica

El alegorismo entró en el cristianismo a través de la Escuela de Alejandría. Allí estaban Clemente de Alejandría y Orígenes. Ambos dieron un fuerte impulso al método alegórico de interpretación. La escuela alegórica va más allá del simbolismo del Apocalipsis y pretende encontrar un significado tras las palabras del libro, convirtiéndólo en una gran alegoría que se desentiende del propósito que pretendía el autor y pasa por alto la historicidad del Apocalipsis.

Comentando la postura de la escuela alegórica o espiritualizante, un estudioso del tema dice:

«Los misterios del Apocalipsis pueden aprenderse sólo yendo más allá de lo literal o histórico a lo espiritual. El método espiritualizante fue muy promovido por el trabajo de Ticonio, quien no interpretaba nada a través de la situación histórica o de los acontecimientos del siglo primero
». [Robert H. Mounce, The Book of Revelation: The New International Commenatry of the New Testament, p. 40]

Las ideas de Ticonio fueron adoptadas por San Agustín (354-430 d.C.), aunque de forma más moderada. San Agustín en su famosa obra La ciudad de Dios, enseña que el Apocalipsis presenta de manera simbólica el conflicto cósmico entre el bien y el mal, entre la Ciudad de Dios y la Ciudad de Satanás. Este conflicto, según la escuela alegórica, comenzó con la caída del hombre, sigue a través de la historia y terminará sólo al final de los tiempos. Esta escuela de interpretación confronta ciertos problemas importantes: 


  1. La iglesia primitiva reconoció la presencia y el uso de símbolos en el Apocalipsis, pero no los interpretó de manera alegórica.
  2. El libro trata de cuestiones históricas y afirma ser una profecía.
  3. El método alegórico anula la historicidad del libro y no proporciona un sistema de control en la interpretación.
  4. El Apocalipsis adquiere su mejor sentido al interpretarse de manera normal e histórica.
La escuela preterista

El vocablo «preterista» significa perteneciente al pasado. Según esta escuela, el Apocalipsis se cumplió dentro de los primeros siglos de la historia de la iglesia. Las visiones del libro tienen que ver con el Imperio Romano, Israel, Jerusalén y la Cristiandad. Consideran que Nerón era la bestia o el Anticristo, puesto que su nombre escrito en caracteres hebreos proporciona el misterioso número 666. Existía un rumor respecto a que Nerón no llegó a morir, sino que estaba escondido en algún lugar. Juan, dicen los preteristas, sabía todo eso y utilizó dicha leyenda para hacer su enseñanza más eficaz e ilustrarla mejor. Los preteristas por lo general creen que los capítulos 5-11 enseñan la victoria de la Iglesia sobre el judaísmo, los capítulos 12-19 la victoria del cristianismo sobre el paganismo y los capítulos 20-22 describen un cuadro del triunfo de la Iglesia tanto sobre el judaísmo como sobre el paganismo.

El precursor de los preteristas fue el jesuita Alcázar, quien por el año 1614 reconoció la historicidad del Apocalipsis, pero afirmó que todo el contenido, exceptuando los capítulos 21-22 y posiblemente el 20, se cumplió en los días en que Juan lo escribió. [Gary Cohen, Understanding Revelation, pp. 24, 25]

Otro promotor de la escuela preterista fue el famoso jurista, estadista y teólogo holandés, Rugo Grotius (1583-1645). También el reconocido decano de Canterbury, Frederic William Farrar (1831-1903), consideraba al Apocalipsis como un bosquejo inspirado de historia contemporánea. Farrar era de la opinión de que el libro de Apocalipsis trata primordialmente los acontecimientos contemporáneos con el apóstol Juan y los que ocurrieron inmediatamente después. La base de su argumento es el uso del vocablo «pronto» (táchei) en Apocalipsis 1:1; 2:5, 16; 3:2; 11:14; 22:20. Según Farrar, dicho vocablo no podía referirse a un período prolongado de tiempo. Opinaba, demás, que la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. era una «segunda venida
» de Cristo.

Algunos preteristas opinan que el Apocalipsis es un libro descriptivo y no profético. Describe acontecimientos históricos del pasado, sin significado profético ni mucho menos escatológicos. Entre los preteristas modernos más destacados se encuentran Ray Summers [Digno es el Cordero] profesor del Seminario Bautista Soutbwestem, y William Hendliksen [Más que Vencedores] ex profesor del Seminario Calvino de Grand Rapids, reconocido escritor y pastor de la Iglesia Reformada.

Hendriksen rechaza tanto la interpretación histórica como la futurista del libro del Apocalipsis y considera que el libro era para el uso de los cristianos del siglo primero para quienes una profecía detallada de la era total de la
Iglesia no hubiera tenido significado. Al parecer, Hendriksen sostiene el punto de vista de que el libro es un mensaje simbólico de aliento para los
cristianos primitivos que sufrían persecución y de seguridad general del triunfo final de Cristo; de modo que es un preterista sólo parcialmente. 


La escuela preterista pasa por alto el hecho de que el Apocalipsis es un libro consumador. En él se cumplen las promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento tocante a la manifestación final de su reino y su soberanía. Cualquier observador imparcial puede confirmar el hecho de que la rebeldía humana aumenta cada vez más. El Apocalipsis describe cómo Dios ha de poner punto final a la insubordinación de los hombres contra el Soberano. 

Debe de extrañar el hecho de que la postura preterista no encontró aceptación en la iglesia primitiva. Su popularidad no se consigue sino hasta el año 1614. Si el Apocalipsis se escribió para que se cumpliera en tiempos de Juan o poco después, entonces hay que decir que tos destinatarios no lo comprendieron así y, por lo tanto, fracasó en su propósito, puesto que tal cumplimiento se desconoce por completo en la historia de la iglesia primitiva.

La escuela histórica

En realidad hay varias escuelas que pueden clasificarse como históricas. Quizá pudiera decirse que la escuela histórica tiene un número de variantes. Pero, en términos generales, las varias subescuelas históricas estiman que Apocalipsis presenta una amplia panorámica de la historia de la cristiandad, desde el primer siglo hasta la segunda venida de Cristo, pero muy particularmente durante la Edad Media entre los movimientos reformistas tanto dentro como fuera de la Iglesia Romana. Hasta el siglo XIX fue la escuela que gozó de mayor popularidad en sus varias vertientes.

Las distintas vertientes de la escuela histórica tienen en común que ven el Apocalipsis como una descripción panorámica de la historia. A veces parece que se refieren a la historia de la humanidad en general. En otras, el enfoque es hacia la historia entre la primera y segunda venida de Cristo. Un expositor preterista parece aprobar esta postura cuando expresa:

Apocalipsis presenta, en suma, el gran drama del conflicto de los siglos entre Cristo y su pueblo por un lado, y el Diablo y sus seguidores (conscientes o no) por el otro. Cubre el desarrollo de toda la historia de la Iglesia, del fluir incesante de la dinámica del Reino desde los inicios de la era cristiana hasta el gran acontecimiento de la Segunda Venida. [José Grau, Estudios sobre Apocalipsis, p. 64]

El concepto de que el Apocalipsis presenta de manera continua la historia de la Iglesia desde la primera hasta la segunda venida de Cristo lo popularizó el católico romano Joaquín de Florís. Los reformadores, quienes identificaban al Papa y al papado con las bestias de Apocalipsis 13, adoptaron la interpretación de Joaquín. Además de los reformadores hubo hombres de la talla de Bengel, Wordsworth, Elliot o Faber, que creían en la interpretación histórica continua. Lo significativo es que estos eminentes expositores diferían radicalmente en la interpretación de los detalles históricos. Elliot pensaba que el sexto sello era una referencia a Constantino, mientras que Faber lo relacionaba con la Revolución Francesa. 


La misma multiplicidad de tales interpretaciones e identificaciones de los personajes del Apocalipsis con una variedad de sujetos históricos es su
propia refutación. Si el método histórico es el correcto, es claro que hasta ahora nadie ha encontrado la clave.

La escuela de interpretación histórica o histórica continua pretende hacer del Apocalipsis un panorama de historia preescrita. La gran perplejidad ocurre cuando uno trata de armonizar lo que ha acontecido con lo que se describe en el Apocalipsis y se encuentra con contradicciones irremediables. A pesar de los respetables estudiosos que apoyan esta escuela de interpretación, hay que decir que nada de lo que ha acontecido o acontece en la historia de la Iglesia ha cumplido o cumple lo que se describe en el Apocalipsis. Quizá el error radica precisamente en enseñar que el libro es «Una narración que abarca todo el curso de la historia del Reino de Dios en el mundo» [Grau, op. cit., p. 60]. Para el lector desprejuiciado, es obvio que el Apocalipsis tiene más que ver con los acontecimientos que conducen a la inauguración del Reino de Dios que con el trazar todo el curso de su historia.

La escuela tópica o cíclica

Aunque hay variaciones dentro de esta escuela, por lo general, explica que Apocalipsis 4-19 o 20 consiste de visiones paralelas o ciclos, cada una de ellas abarca la dispensación presente. Cada ciclo representa alguna fase de la historia de la Iglesia. Hendriksen, por ejemplo, sugiere el siguiente esquema:

La Iglesia la morada de Cristo en el mundo (Ap. 1-3); la Iglesia sufriendo pruebas y persecuciones (Ap. 4-7); la Iglesia vengada, protegida y victoriosa (Ap. 8-11); Cristo combatiendo al dragón y sus ayudantes (Ap. 12-14); la ira final sobre el impenitente (Ap. 15-16); la caída de Babilonia y de las bestias (Ap. 17-19); la ruina del dragón, Cristo y la Iglesia vencedores (Ap. 20-22) [Hendriksen, op. cit., p. 36].

Como puede verse, igual que la escuela histórica, la escuela tópica o cíclica, considera a la mayor parte del Apocalipsis como una descripción de la historia de la Iglesia. Sin embargo, se diferencia en que en lugar de contemplar una multitud de detalles predichos, ve solamente un grupo de tendencias paralelas profetizadas. De manera que posee la ventaja de evitar ser acusada de asignar arbitrariamente porciones del Apocalipsis a un solo incidente histórico. Además, capta de manera inteligente el hecho de que al final Dios será el vencedor. Esa verdad aparece prácticamente en cada capítulo del Apocalipsis de manera que no debe soslayarse.

La escuela tópica o cíclica confronta ciertas dificultades que la exponen a una crítica severa. En primer lugar, el Apocalipsis es un libro que revela acontecimientos concretos. Este libro no considera tendencias o inclinaciones sino sucesos específicos que tienen lugar, en su mayoría, sobre la tierra. El triunfo final de Dios se enseña en el Antiguo Testamento. Muchos salmos, el libro de Isaías y el de Daniel enseñan que Dios triunfará sobre todos sus enemigos. El Apocalipsis enseña más bien, de manera concreta, qué acontecimientos tendrán lugar con relación al triunfo final de Dios.

Otro problema que surge con frecuencia en la escuela tópica es que sus promotores emplean constantemente el método alegórico de interpretación. Como se ha observado antes, el método alegórico anula la historicidad del pasaje, procura encontrar significados recónditos y carece de control en la interpretación. A esto hay que añadir el hecho de que los que abogan por la escuela tópica difieren entre sí a la hora de ubicar ciertos pasajes dentro del marco histórico y de aplicarlo a la historia de la Iglesia.

Es importante observar que el esquema de la escuela tópica va más allá de los límites que rodean los juicios de los sellos, las trompetas y las copas. En el Apocalipsis hay un orden estricto. Los sellos son rotos o abiertos uno por uno. Las trompetas suenan en su orden y las copas son derramadas de la misma manera. Hendriksen hace de las primeras. cuatro trompetas, cuatro tipos de juicios a través de desastres naturales: Los que afectan a la tierra (primera trompeta), los que afectan al mar (segunda trompeta), los que afectan a los ríos (tercera trompeta) y los que afectan al firmamento (cuarta trompeta). [Ibid., pp-141-143] Pero Hendriksen no puede afirmar que dichos juicios hayan ocurrido en la presente era de manera sucesiva tal como lo describe el relato bíblico. No es difícil observar las distintas manipulaciones y alegorizaciones que Hendriksen hace para llegar a sus conclusiones. Ciertamente, esa hermenéutica no hace justicia ni al texto ni al mensaje del Apocalipsis.

La escuela futurista

Esta escuela de interpretación enseña que, comenzando con el capítulo cuatro, el Apocalipsis describe una revelación de la consumación de las edades. Los futuristas entienden que sólo los capítulos 1-3 tratan el período de la presente era; los capítulos 4-19 describen los últimos tres años y medio de la era, es decir, el tiempo de la gran tribulación; el capítulo 20 tiene que ver con el reinado milenial de Cristo en la tierra; y los capítulos 21-22 describen el estado eterno.

La escuela futurista entiende que el tema central del Apocalipsis es la segunda  venida en gloria del Señor Jesucristo. Esa Segunda Venida será literal, corporal, visible, judicial y gloriosa, pero además será precedida de juicios traumáticos desencadenados por la mano de Dios sobre el reino satánico y sobre la humanidad incrédula.

Los futuristas reconocen la presencia de símbolos y del uso de lenguaje figurado en el Apocalipsis, pero procuran utilizar una hermenéutica normal o natural para interpretar dicho libro. La escuela futurista rechaza la alegorización o la espiritualización como métodos para interpretar la profecía bíblica. De manera que entienden que los acontecimientos predichos en el Apocalipsis se han de cumplir de manera normal.

Además, la escuela futurista interpreta que el Apocalipsis tiene que ver con el cumplimiento de las profecías de Daniel 2, 7, y también del sermón profético de Mateo 24. Concretamente, se destaca el hecho de que en Mateo 24 Jesucristo relacionó un número considerable de señales con su segunda venida y con el fin de la edad presente. Las señales mencionadas por el Señor en Mateo 24 guardan una gran semejanza con los juicios de los sellos, las trompetas y las copas mencionados en el Apocalipsis.

De modo que los diferentes juicios de Dios son realmente derramados en la tierra tal como aparecen en los sellos, las trompetas y las copas. El capítulo 13 se considera como una profecía del Imperio Mundial futuro con sus cabezas política y religiosa representadas por las dos bestias de este capítulo. La ramera del capítulo 17 es la forma final de la rebelión humana contra Dios. De manera similar, todos los otros acontecimientos del Apocalipsis se relacionan con el clímax de la historia contenido en la segunda venida de Cristo.

Tanto el libro de Daniel como Mateo 24, Zacarías 14 y muchos otros pasajes del Antiguo Testamento, afirman que habrá una persecución futura, escatológica, del Israel de Dios. Por ejemplo, Daniel 12: l declara: «En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro». El Señor Jesucristo relacionó la aparición de la abominación desoladora (Dn. 9:27; 11:31; 12:11) con los acontecimientos que tendrán lugar inmediatamente antes de su Segunda Venida.

No debe negarse que hay una correspondencia manifiesta entre la bestia que surge del mar (Ap. 13:1) y que domina el escenario mundial, descrito en Apocalipsis 11-19, como dictador de las naciones, y la cuarta bestia de Daniel 7:19-27 de la que surge el Anticristo. Ningún acontecimiento acaecido hasta el día de hoy puede decirse que haya cumplido los juicios descritos en el Apocalipsis. Nunca ha ocurrido nada comparable a los juicios terribles que aparecen en el Apocalipsis ni las resurrecciones que se mencionan en dicho libro.

Quienes no comparten la postura futurista objetan que dicha escuela roba a la iglesia primitiva del consuelo práctico que el mensaje del Apocalipsis tenía para ella y para las generaciones subsiguientes de cristianos.

Pero la impugnación de que la interpretación futurista del Apocalipsis despoja tanto a la iglesia primitiva como a los cristianos de épocas sucesivas del consuelo práctico de dicho libro no es un juicio acertado. Los futuristas no niegan que los cristianos primitivos fueron bendecidos a través de la lectura y el estudio del Apocalipsis ni que lo mismo suceda a los cristianos de hoy. La cuestión es que hay porciones del Apocalipsis que pueden ser apreciadas y entendidas ahora. Otras porciones no serán entendidas hasta que se cumplan. Sin embargo, el tenor general del libro, incluso en las secciones no cumplidas, es la seguridad de que a la postre Dios triunfará, los santos serán bendecidos y el pecado será juzgado. Usar el argumento de que el libro tiene que ser entendido completamente por la primera generación de cristianos como una refutación de la postura futurista no es razonable ni es apoyado por el estudio de la profecía en la Escritura en general.

La afirmación de que todo pasaje bíblico debió ser comprendido por la generación que lo recibió en primer lugar no puede sostenerse ante trozos de la Biblia como Isaías 53, Joel 2:28-32; Ezequiel 37; 2 Tesalonicenses 2:1-2; 2 Pedro 3:10-13. Lo cierto es que muchas de las profecías bíblicas tienen que ver con el futuro lejano. Si bien es cierto que el pueblo de Dios halló consuelo en la lectura y el estudio de esas profecías, no es menos cierto que muchos de esos pasajes no fueron plenamente comprendidos ni se cumplieron en los tiempos de quienes primero los recibieron y leyeron.

El apóstol Juan declara que fue transportado en espíritu y colocado en medio de una situación que llama «el día del Señor» (Ap. 1:10). Esa frase se usa en el Antiguo Testamento con referencia a una intervención sobrenatural de Dios (véanse JI. 2:1, 11, 31; 3:14; Am. 5:18, 20; Is. 2:12; 13:6, 9; Ez. 13:5; 30:3) y en el Nuevo Testamento se usa con referencia a los acontecimientos finales (Hch. 2:20; 1 Ts. 5:2; 2 Ts. 2:2; 2 P. 3:10). De modo que el Apocalipsis tiene que ver de manera primordial con acontecimientos relacionados con el «día de Jehová» (día del Señor) de los que el suceso principal y central es el regreso glorioso de Cristo como el Soberano Rey de reyes y Señor de señores.


La escuela futurista, sin tener que apelar a la alegorización ni a la espiritualización del lenguaje simbólico utilizado en el Apocalipsis, proporciona un acercamiento a la interpretación de dicho libro que produce una comprensión armoniosa de las profecías tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento tales como Daniel 2:31-45; 7:19-29; 8:23-25; 9:24, 26, 27; Mateo 24-25; 2 Tesalonicenses 2: 1- 12; Romanos 11 :25-29; y otras.

La escuela futurista de interpretación del Apocalipsis no posee la solución a todos los problemas que surgen en el estudio del libro de Apocalipsis, pero tomada en su totalidad es la que ofrece un enfoque más objetivo y claro del mensaje de dicho libro. El Apocalipsis es la piedra angular con la que Dios pone fin a su revelación escrita. Su mensaje es fundamentalmente escatológico, porque su tema gira alrededor de la realidad de la segunda venida de Cristo a la tierra y de los acontecimientos que precederán, acompañarán y seguirán a un hecho tan singular. Eso no milita en contra de que todo cristiano debe aprovecharse de la bendición y del consuelo que se derivan del estudio de este libro tan significativo.

El Apocalipsis llama a los creyentes de cualquier época a adorar a Dios en espíritu y en verdad, reconocer la soberanía de Dios, agradecer la obra salvadora de Cristo, dar testimonio de la gracia de Dios en el mundo, ser fieles al Señor aun en medio de las pruebas y las dificultades de la vida, aguardar con paciencia la gloriosa venida de Cristo a la tierra. Esas y otras verdades están evidentes en el Apocalipsis y cualquier cristiano puede aprovecharse de ellas.

La escuela idealista o simbólica

Según los promotores de esta escuela, el Apocalipsis representa el eterno conflicto entre el bien y el mal en cada siglo o época, pero no debe tomarse con referencia a ningún suceso en concreto, «Sino como una expresión de aquellos principios fundamentales sobre los que Dios actúa a través de la historia». Los idealistas entienden que el Apocalipsis expresa una filosofía de la historia que presenta al cristianismo como una fuerza triunfante sobre Satanás y el mal.

La escuela idealista se ve obligada a utilizar el método alegórico de interpretación para intentar dar validez a sus conclusiones. Los idealistas pretenden «contextualizar» el Apocalipsis. Es decir, desean interpretar el texto a la luz de alguna situación sociopolítica contemporánea. El resultado es un alejamiento de los principios controlantes que proporcionan una hermenéutica normal, gramático-histórica, literal. Un autor resume el problema fundamental de la escuela idealista de la siguiente manera:

«Es correcta en atribuir a Dios ciertos principios de acción que gobiernan sus tratos con el mundo en cada época, pero es manifiestamente inadecuada cuando niega la naturaleza profética del Apocalipsis. El cumplimiento de acontecimientos predichos en el libro, en particular el regreso personal de Jesucristo a la tierra, no se encuentra en un ciclo repetitivo que caracteriza a cada generación, sino que será en un punto futuro un hecho histórico en el sentido más pleno de la palabra
» [Robert L. Thomas, Revelation 1-7: An Exgetical Commentary, p. 31] .

Es evidente que los idealistas se concentran más en interpretar el texto del Apocalipsis a la luz de alguna situación cultural o sociopolítica que en interpretar dicha realidad a la luz del texto biblico. Quizá el afán por hacer frente a los problemas de la vida contemporánea, tales como la opresión y la injusticia social, ha hecho que los idealistas hayan pasado por alto la importancia de interpretar el texto bíblico dentro de su contexto histórico, gramatical y literario, tomando en cuenta el ambiente histórico del autor y su intención al escribir su libro. El error fundamental de la escuela idealista radica en el hecho de que su hermenéutica alegórica le conduce a negar cualquier cumplimiento histórico concreto del Apocalipsis. Los idealistas no ven la necesidad de una consumación del proceso histórico.

Resumen y Conclusión

Debido al carácter complejo, las diferencias de opinión tocante a la naturaleza del reino de Dios y a la disparidad de criterios con respecto a los principios de hermenéutica que deben aplicarse, han surgido varias escuelas de interpretación del Apocalipsis.

La escuela crítica, usando criterios racionalistas, rechaza la inspiración y la canonicidad del Apocalipsis. Esta escuela cree que el libro es producto de la mente humana de su autor y no de la revelación dada por el Espíritu Santo.

La escuela alegórica intenta encontrar el significado del Apocalipsis en el valor recóndito de las palabras. Esta escuela se desentiende de lo histórico y literal para buscar el significado espiritual y a veces misterioso del libro. La escuela preterista considera que el Apocalipsis tiene que ver con el Imperio Romano, particularmente en el tiempo entre Nerón y Constantino. Creen que Nerón era el Anticristo. Los preteristas afirman que el Apocalipsis (con la excepción de los dos últimos capítulos) se cumplió en los días de Juan o no mucho después.

La escuela histórica cree que el Apocalipsis presenta un panorama de la historia de la Iglesia entre la primera y la segunda venida de Cristo. Según esta escuela, la Iglesia constituye el centro de la profecía del Apocalipsis. La escuela tópica o cíclica es muy parecida a la histórica, pues considera la mayor parte del Apocalipsis como una descripción de la historia de la Iglesia, pero se diferencia de la escuela histórica en que ve sólo un grupo de tendencias paralelas profetizadas.

Por último, la escuela futurista enseña que el mensaje del Apocalipsis se centra en la revelación personal, gloriosa, literal y judicial de Cristo (Ap. 1:1). El libro, además, trata de los acontecimientos que ocurrirán inmediatamente antes, durante y después de la aparición gloriosa de Cristo. De modo que la escuela futurista entiende que el Apocalipsis es preeminentemente escatológico y, por lo tanto, considera que los capítulos 4 al 22 aún no se han cumplido, pero que tendrán un cumplimiento literal.

Debe decirse que, con la excepción de la escuela crítica, hay algo de verdad en las demás escuelas de interpretación. Sin embargo, la escuela futurista hace mayor justicia a la enseñanza profética, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Por supuesto que en todas las escuelas que consideran que el Apocalipsis es Palabra de Dios, hay expositores serios y piadosos quienes creen y predican con fidelidad las Escrituras. Es importante respetar a quienes sostienen una postura diferente y nunca ridiculizar o despreciar a quienes pudieran tener un punto de vista diferente al nuestro. Lo cual no implica que debamos ser transigentes y colaborar con ellos en temas doctrinales, puesto que la escatología es la cumbre a la cual conducen las demás doctrinas bíblicas. Por lo tanto, si no estamos de acuerdo en la interpretación del Apocalipsis, otros temas bíblicos sufrirán el mismo destino. 
«¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?» (Am. 3:3).

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